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jueves, 15 de marzo de 2012

1966 generación. Antolín Reguero.

Historia del viaje a Perú.

Ésta es una crónica, que como comprenderán, no está sujeta a estudio alguno, ni a dietario, o agenda, o algo similar que se le parezca,. Ni tampoco a datos de estudio, de fechas precisas. Reconocemos que, muchos de los detalles, fechas concretas, anécdotas, etc... etc... se han borado de la memoria, y casi que nos es imposible recuperarlos. Por todo ello, les pedimos disculpas. Sería interesante contrastar, toda vez que ellos lo quieran, la opinión del resto de compañeros que tuvieron el coraje de participar en la misma aventura. Espléndido. 

Esta sucesión de datos, que a lo mejor no tienen hilaridad alguna, pero.... que cumplen, creo yo, un fin ( pequeñito ), pero fin, ....Vamos a ello, a ver cómo se desarrollan los acontecimientos.


Una vez acabado el cuarto curso de bachillerato en el Colegio de Anguciana ( Logroño ), un primero de junio de 1966, y tras unos breves días de vacaciones, un 24 de junio de 1966 ,( Santiago Apóstol ), reunidos en el mismo colegio un grupo de aguerridos "muchachillos ", de edades comprendidas, entre 16 - 18 años, y cuyos nombres responden a

- si no se me queda ninguno en el  tintero - emprenden, en el Land Rover, viaje a Barcelona, donde después de permanecer dos días en la ciudad, llega la hora de embarcarse.



  • Pío Finez Rio, 
  • Silvano Cámara Peña, 
  • Antolín Reguero Roldán, 
  • Ignacio Gil Gomez, 
  • Miguel Ángel de la Torre Saiz, 
  • Miguel Saiz Castilla, 
  • Eurenio Zaldo Ortega, 
  • Domingo Diez  Melgosa
  • José María Diez Sierra, al mando de Félix Santamaría.

De esta ciudad, yo, concretamente, recuerdo, con claridad meridiana, lo mala que estaba el agua, mala.. mala...

Ni que decir tiene, que atrás quedaron las despedidas, las nostalgias, los recuerdos, los llantos, todo aquello, que desde el primer día de ingreso al colegio, fuimos despojándonos poco a poco, y por eso, ahora, ante esta marcha definitiva, hacia lo desconocido, no fue tan traumática.

Nos esperaba el vapor "Doniccetti ", para nosotros un bancazo. Primero por lo desconocido. Segundo: por la magnitud que representaba. Todo esto, para nosotros era desconocido, Su procedencia era italiana, y surcaba los mares desde Italia, hasta Valparaiso ( Chile ). Embarcamos en el mismo, recibidos por el capitán y la tripulación, y con lo mismo nos dirigimos a los camarotes que nos habían correspondido. Tan sólo decirles que a este servidor, le tocó con el P. Santamaría,( Responsable de la expedición ) con lo que ello suponía de observancia del horario, porque mientras el resto, tenía más permisividad para llegar por la noche, yo..... ya comprenden, había de dar la talla....


El barco disponía de dos clases. Una: primera. Otra: turística. Esa era la nuestra. Con su piscina, su sala de baile, música, biblioteca, etc...

El primer trayecto era de: Barcelona a Tenerife. Dos días. En ese tiempo, ya el cuerpo se habituaba al ritmo del barco, con lo cual, en el atracamiento y posterior contacto con la tierra, los primeros pasos eran verdaderamente de " borrachos " . Visitamos el puerto de La Luz, en Tenerife, su bulebar, etc, pero con unos recuerdos muy vagos, ahora mismo...

Segunda etapa : Tenerife - La Guaira ( Venezuela ) Una semana .de duración. Aquí ya controlábamos los nudos, los días, las noches, el aburrimiento, que también hacía mella, entre nosotros , las fiestas que organizaban para no aburrirse, etc.. etc... por eso, antes refería lo de las noches y su horario... La fiesta es la fiesta.... Atracamos, y vimos los primeros " negros ", que nos sorprendieron mucho, por aquello de que en España, desconocíamos. Sin que este comentario suponga, por cierto, una exclusión. Ni mucho menos. Recorrimos, junto al puerto como una " barriada ", situada en un cerro, y nos apedrearon, concretamente a Eugenio, que era más rubio que el resto, voceándonos: "gringos, gringos ""...


Luego, como nos sobraba tiempo, me imagino que los decidiría el P. Santamaría, en taxi, nos desplazamos hasta Caracas, la patria de Simón Bolivar, " EL Libertador ". Visitamos su casa, su estatua, el enclave dentro de Caracas, sus hazañas, y victorias . Precioso. En ese "ínterim ", desde la Guaira a Caracas, el taxiista nos comentaba, que unos edificios altos que vislumbramos, en uno de los terremotos sufridos, se cimbreaban como cañas de bambú. Pienso, que ese comentario vino al caso, primero para que tuviésemos idea de lo horroroso del tema. Para nosotros, algo desconocido, por lo que ni fu... ni fa....

Ésta podría ser la primera parte de la redacción, cuando en la España, que tú visitas, son las trece y treinta y tres del mediodía, y ya voy notando el cansancio y lo extenso del tema.

Por Antolín Reguero

Se puede decir más alto, pero no más claro. Perder aquello que con tanto sacrificio habían obtenido nuestros padres y de lo cual se habían desprendido por el amor al hijo, dolía, como dolía que la ropa, fruto de tantos sudores y desvelos, terminara en manos de otro más poderoso que tu. Duro, muy duro, doloroso, cruel, punzante. Nada mejor que leer el magnífico relato de Antolín para revivirlo.

De ANGUCIANA, caro amigo, existen relatos chispeantes.
Recuerdo, con fruición, como si fuera hoy, la despedida de mis seres queridos, "la maleta de cartón ", donde transportábamos nuestra ropa, algún chorizillo, alguna galleta y la libra de chocolate. Aquella madrugada, con su " rocío ", la chaqueta al hombro, para librarte de la caladura del mismo, y que éste penetrase en tus huesos, camino del coche de Burgos, que salía de donde Reguero ( mi tío, por cierto ). A las siete, partía, si mal no recuerdo. Era una aventura desmedida. La primera vez que emprendíamos un viaje, solos, del pueblo, a... lo desconocido.

Atrás, quedaba una vida de escuela, de amigos, de correrías, de frío invernal, etc., etc.,. Pasábamos los pueblos de esa Castilla La Vieja, secos, áridos, curtidos en mil batallas, hasta llegar a Burgos, ciudad impresionante, a los ojos de un pueblerino. Todo se magnificaba. El ir y venir de las gentes. No saber dónde situarte. La timidez que nos corroía. Sin atrevernos a preguntar nada de nada... Difícil. Y de la estación de autobuses, a la del tren. Cómo llegar ??... No recuerdo.

Primer destino: Miranda de Ebro. Por qué ?... Pues porque allí, teníamos que hacer transbordo, hasta Haro, distante 4 km de Anguciana. De lo contrario, podíamos aparecer en Vitoria, Logroño, qué sé yo, donde.....

Nos gustaba ponernos en el " furgón de cola ", porque parecía que la distancia se hacía más corta. Mirando en lontananza, afloraban diversos recuerdos a nuestra mente. La nostalgia nos invadía. Como que quisiéramos asirnos a lo que habíamos disfrutado hasta ese momento. Éramos felices, punto. Dicen que la nostalgia, es signo de sabiduría.

Llegada a Haro. Nervios, bajada de bártulos, y creo recordar, que estaban esperándonos algún Padre, o Padres. En este momento, mis recuerdos son confusos.

Como es confuso, el momento de entrada al Colegio. Perdonad, pero era la primera vez.......... Ahora, recuerdo, vagamente, y corregidme si me equivoco, que había dos entradas: una, para las personas; otra, para los coches. Creo recordar, también, que era más fácil escaparse por la de los coches, si tenías que hacer alguna salida furtiva. Como que estaba menos vigilada. Y perdonad, el inciso.

Subida al dormitorio, para dejar la maleta, bolsas, etc. Grande, inmenso, este dormitorio, como nunca nos habíamos imaginado algo similar. Camas, y camas, apostadas unas tras de otras, en cuatro o cinco filas de unas veintitantas camas cada una.

El Padre que nos acompañaba, se despedía, y nos dejaba en presencia de los " mayores ", que eran los que se hacían un poco cargo de ponernos al corriente de lo que se "guisaba allí ", cómo discurría la vida de colegio, la disciplina, los horarios, estudios, y las novatadas que pagabas.

La primera novatada, era abrir la maleta, con la disculpa de entregar las sábanas, toallas, etc.,. etc,. Y con la entrega de toallas, sábanas, etc,,, se nos iban nuestros choricillos, nuestras galletas, nuestro chocolate..... Aquello que nuestras madres, se habían privado de comérselo ellas, o nuestros hermanos, para dárselo al hijo que se iba a estudiar, sólo, llorando... y complementar la comida, buena o mala, que se dispensaba en el Colegio.

Luego, cuando nosotros pasamos a ser mayores, también hicimos lo mismo. Y es aquí donde quería llegar, con este relato, corto, pero entrañable, del primer recibimiento en el Colegio Seráfico de Anguciana.

Pienso, que a lo mejor los Frailes lo sabían, pero dejaban hacer, como un juego más de las reglas del propio Colegio. Pero, a quien se lo quitaban, que mal nos sentaba, pero como el desconocimiento era enorme, ni protestábamos, ni chistábamos, ni decíamos ni pío...

Y aquí finaliza, nuestro recorrido, lleno de avatares, de desconocimiento, hacia lo que un día fue el inicio de nuestro saber que ello serviría para una experiencia más grande, todavía, cuál era, prepararnos para dar el "salto", a una vida superior, más digna, y llena de compromisos con los hermanos.