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viernes, 20 de abril de 2012

1967 penúltima generación.



Mes de marzo de 2009. He venido a Barcelona, la ciudad condal, en donde estuve el año 1968 formando parte de la última generación compuesta de 7 jóvenes que viajaría hacia el Perú. Fue un paso tan rápido que no recuerdo casi nada. Sé que fuimos al Tibidabo y que seguramente daríamos una vuelta por las Ramblas. Aquí comenzó aquella travesía que duraría 20 días hasta llegar al destino. Un año antes habían seguido este mismo trayecto:

Me he encontrado con Pío Finez. Tenía muchas ganas de verle después de 39 años. Muy amablemente me ha recibido en su casa donde he pasado unas horas encantadoras con su familia. Hemos hablado sobre todo de Arequipa y Ocopa, de los años vividos juntos en Anguciana y del encuentro que tuvieron en Madrid, no hace mucho tiempo, muchos de los que tienen algo en común y que ahora han hecho sus propias vidas. Acertadamente tomó un video y ha tenido que explicarme algunas de las caras que salen en él, pues la vida va pasando, los cuerpos se van transformado con la edad, y como cambia la naturaleza en las estaciones, van cambiando las fisonomías.
También vive en Barcelona Nicasio Polanco compañero mio de fatigas. Me ha llevado a visitar algunos lugares emblemáticos de Barcelona. He pasado con él y su familia momentos muy gratos. Hemos visto, entre otras cosas, Monserrat en un día clareado donde la temperatura nos ha acompañado para gozar de tal imponente estructura.
Por aquí te recuerdan de vez en cuando que “Barcelona és bona si la bolsa sona", pero todos están de acuerdo en que, de unos años para acá, esta es otra Barcelona, buena si la bolsa suena y si no suena también. Mucho turismo, mucho movimiento, una “Sagrada familia” que deja marca cuando entras dentro y te sientes cobijado por ella como si estuvieras en un bosque gigantesco lleno de vegetación, pero ahora, también la crisis le ha pegado retardando un poco muchos proyectos comenzados.
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Al despedirte, lo haces con una idea muy clara: no se puede concebir a Barcelona sin Gaudí ni a Gaudí sin Barcelona.